viernes, 27 de abril de 2012

Érase una vez...

La humanidad ha contado historias desde siempre. Se han inventado héroes, villanos, mounstros, dioses, criaturas fantásticas, etc. Hoy en día, no sólo hay novelas y obras de teatro que cuentan historias, sino incluso películas. Pero, ¿por qué nos gustan tanto las historias? Aunque mucha gente no lee (muchas veces por la pereza que da ponerse), a todo el mundo le gustan las películas. Unos prefieren unas a otras, pero todos disfrutan de determinadas películas. Sin embargo, la gran mayoría de estas historias son ficticias; lo que parece ser el salón de una casa o un balcón no es más que un estudio de grabación. Pero, aún sabiendo que no son reales, a la gente le gustan. Y es que lo que buscamos en las historias no es la realidad, sino justo lo contrario. Buscamos ser abstraídos del mundo en el que vivimos para pasar a formar parte de un mundo distinto, de aventura, de terror, cómico, trágico, dramático. Las historias nos hacen olvidar por unos instantes nuestros problemas e inquietudes, y creo que esta es la razón por la que nos gustan tanto.

jueves, 26 de abril de 2012

¡Cómo me gustaría vivir para toda la vida en esta canción!


Yo soy un forofo de la música. Y tanto que no pasa un día entero sin que haya escuchado al menos una canción (elegida por mí). Y, en los últimos meses, me he dado cuenta de que la música despierta verdaderas sensaciones en el ser humano. Hay canciones que provocan alegría, otras éxtasis, otras emoción, otras tristeza. Y no solamente por la melodía, sino también por la letra. Siempre hay una parte que más te gusta en una canción (cualquiera que escuche música con frecuencia sabe a lo que me refiero). Es interesante ver como, sin explicarnos por qué, somos sensibles a una sucesión de sonidos.  Personalmente, recomiendo a todos que escuchéis buena música. Como dirían en los tests de la CAM, escuchar buena música es al oído como comer chuches es al gusto.

Juan R.

lunes, 23 de abril de 2012

Speaking English


Today, I’m going to talk about languages. And to change a bit and break the status quo, I’ve decided that I’m going to write in English, which, as we all know, is a language, indeed. For the last two years of my life, that is 9th and 10th grade, I’ve been living in the US. As you can imagine, after so much time there, I’ve come to speak English just as fluently as Spanish. Even though before I could manage to speak English and understand it, it had nothing to do with what it’s like today. Now, I can perfectly think in English and I don’t understand it by translating from Spanish. In fact, I’m very bad at translation. I know words in English that I don’t know how to say in Spanish. Anyways, the point is that the way that learning a language works in our heads is very interesting. When I was young I could not say a single word in English and now the whole language is in my head. It’s as if in ten years time I’m writing this article in Chinese just as fast as I’m writing it now. I’m amazed at the capacity of the human being to store so much information in the brain.

¿Por qué? ¿Por qué los sugus de piña son azules?

¿Por qué? ¿Por qué los sugus de piña son azules? Me parece una pregunta muy inteligente por parte del señor Mourinho. La piña es amarilla por dentro y marrón y verde por fuera. Vale, amarillo ya hay (el de limón), pero ¿por qué no son de color marrón o de color verde? Desde luego serían mucho más apropiados para el sabor del sugus en cuestión. Sin embargo, nadie me ha sabido responder a esta pregunta, ni el más adicto a los sugus. Parece una tontería pero es que muchas veces hacemos las cosas sin importarnos el por qué de ellas. Puede ser que la ignorancia sea la felicidad pero nos tenemos que dar cuenta de que para descubrir algo en este mundo no hay más que preguntarse la razón de ser de lo más absurdo. Es decir, ¿cómo descubrió Newton la gravedad? ¡Pues preguntándose por qué caía una manzana de un árbol! Está claro que no vas a cambiar el mundo por descubrir la razón de que los sugus de piña tengan un envoltorio azul, pero si todos fuésemos con esa mentalidad que tienen José y Newton, sí que saldríamos en más de una revista y noticia.


miércoles, 18 de abril de 2012

Ya lo haré...

Es miércoles 18 de abril y son las 21:05. Llevo veinte días con esto en la cabeza: "Tengo que hacer el blog". Sin embargo, el no hacerlo no ha sido problema de tiempo, ya que, durante las vacaciones, tuve más que suficiente. Más bien ha sido un problema de pereza, de decirme a mí mismo: "Ahora no, si hay tiempo. Ya lo haré". Ahora, con veinte días para hacer trece buenas entradas es cuando pienso: "Debería haberlo hecho antes. Una vez más, tendré que agobiarme."

Y es que a muchos de nosotros nos pasa esto a menudo. Vemos que hay tiempo para hacer las cosas y cuando menos nos lo esperamos, ese tiempo se nos ha ido, y algo que podíamos haber hecho hace tres semanas tranquilamente, lo hacemos la última noche, agobiados y mal. Llegamos al último día y nos quejamos de lo mucho que tenemos que estudiar cuando realmente hemos tenido tres semanas para hacerlo.

Sin embargo, aunque nos demos cuenta de esto, no mejoramos en la siguiente ocasión. Nos pasa lo que dice Miguel Leiva en una de sus canciones: "Amamos lo que perdimos, queremos lo que envena. Y así nunca nos salen las cuentas." Sabemos que nos agobiaremos, que no nos dará tiempo, que acabaremos sin dormir y haciéndolo mal, y, sin embargo, seguimos diciendo, "Ya lo haré...".

En fin, igual es hora de sufrir menos y hacer las cosas bien.



Juan R.