La
semana pasada terminé de leerme un libro titulado El Hombre En Busca De Sentido. En él, el autor, Victor E. Franklin,
habla sobre el periodo de su vida en el que estuvo preso en un campo de
concentración. Cuenta todo al detalle y hace ver al lector el dolor y el
sufrimiento que la vida en estos campos de concentración supuso para los
presos. En un punto determinado, llega a la conclusión que, a mí, más me gustó
del libro. Dicho con mis propias palabras, dice que aun en condiciones como
esas, en las que no se puede hacer nada sin el permiso de un oficial alemán,
somos libres. Nos pueden quitar la familia, los amigos, los derechos, la
comida, el agua, o incluso la vida, pero lo que nunca nos quitarán ni nos
podrán quitar, es la libertad última.
Y es
verdad, no hay nada que nos pueda quitar la libertad que poseemos para querer o
no querer, obedecer o no obedecer... Es algo que nos viene dentro y que
prevalece para siempre. No nos la pueden quitar porque no es material, no es de
este mundo, sino que pertenece al campo de la metafísica. He aquí una vez más
la evidencia de que existe lo inmaterial, de que no todo es materia, de que
poseemos un alma.
Juan R.
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