martes, 1 de mayo de 2012

Esto suena muy cursi


Hace unos meses, vino a clase el primo de un compañero nuestro, que había estudiado en Retamar y que luego se fue a Estado Unidos. Nos contó que él siempre había sido un estudiante brillante y que siempre había querido ser el mejor en lo que respecta a lo académico. Y, de hecho, era el mejor; sacaba unas notas espectaculares y tenía una pasión por saber que no tenía nadie.

Sin embargo, explicó que estas notas y esta pasión por saber, siempre las quiso para mejorar su “status” (como lo llamaba él). Es decir, quería buenas notas para entrar en las mejores universidades, o para ganar concursos y premios o para que dijeran de él que era un crack. Cuando se fue a EEUU, estuvo en un colegio de mucho prestigio. “Tú vas con la gorra de ese colegio por la calle y la gente te mira con respeto”, comentaba. Y esto a él le gustaba mucho. Sin embargo, tras un tiempo allí, se paró a pensar y se dijo a sí mismo, “Y, todo lo que gane, el dinero, el status, ¿con quién lo voy a compartir?”. Se había dado cuenta de que sí, podía llegar muy alto en la vida, pero le faltaba amor, amistad, lo cual es lo único que nos llena de verdad en la vida. En la práctica, es indudable que el hombre busca la felicidad, y este chaval se dio cuenta de que esta felicidad no te la da el status ni el dinero, sino la amistad y el amor.

Suena muy cursi, pero esto es totalmente veraz. Podemos sacar muy buena media, entrar en la mejor universidad, ganar olimpiadas, sacar mejor nota que el de al lado, pero, si no tenemos amigos, y amigos de verdad con los que tenemos un trato frecuente, todo lo demás no sirve de nada. Hacer todo eso está muy bien, pero sin amistad, no vamos a ninguna parte en este mundo. Mucho más importante que las notas es el trato con la gente, con todo el mundo.

Juan R.

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