domingo, 13 de mayo de 2012

¿Pero por qué me sigues?


Cuando nos hacemos una cuenta de tuenti, o de facebook, una de las cosas que tenemos que hacer es poner un tick aceptando la política de privacidad, que dice que lo que pongamos nuestra cuenta es público. Veamos el siguiente ejemplo. Hace poco salió una noticia de diecinueve chavales a los que habían expulsado de su colegio por colgar fotos de sus profesores en tuenti. La pregunta es, ¿deberían quejarse los alumnos de que  no tienen derecho a coger esas fotos y utilizarlas en su contra? No, no se pueden quejar, ya que ellos, al firmar las condiciones han dicho que no les importa que lo que pongan ahí pueda ser visto por cualquiera. Otro ejemplo es el de una empleada a quien echaron del trabajo por colgar una foto en facebook con una jarra de cerveza. Una vez más, nos hacemos la pregunta, ¿se debería quejar de que utilicen esas fotos en su contra? ¿se debería quejar de que hayan atentado contra su intimidad? La respuestas es obvia: no. Independientemente de que no sea muy justo que le echen sólo por eso, esas fotos son para todo el mundo; ella ha aceptado que las pueda ver quien quiera.

Supongo que la mayoría de vosotros habréis visto Buscando a Nemo. Bueno, pues hay una escena muy divertida en la que Dori, el pez azul, le dice al padre de Nemo que le siga porque que ella sabe donde está el bote que se ha llevado a su hijo nemo. Este le sigue, pero al cabo de un rato, Dori se enfada, se da la vuelta y le dice que por qué le sigue. Dori tiene pérdidas de memoria a corto plazo.

Todo esto, sirve para explicar por qué no nos deberíamos quejar del BI. A nosotros se nos dió la oportunidad de estar o de no estar. Fuimos nosotros los que decidimos entrar, sabiendo todo lo que ello conllevaba. De hecho, hasta se nos dejó abandonar en los primeros meses. Pasa como con lo del tuenti y facebook: no nos podemos quejar porque nosotros dijimos que sí a todo esto. Y, por supuesto, hayamos la analogía perfecta en esa escena de Buscando a Nemo: parece que somos Dori, parece que tenemos pérdidas de memoria a corto plazo. Es decir, decimos “¡Machácame!” y, luego, cuando nos machacan, decimos, “¿Pero qué haces? ¿Por qué me machacas?”.

Esto no pretende, ni mucho menos, desanimar a nadie. Simplemente nos tenemos que dar cuenta de que hay que apechugar un poquito y cumplir con lo que decimos. Aunque esto sólo lo entenderán los que estuvieron en clase de filosofía el otro día, ¡hay que seguir el ejemplo de Ferre! Esforcémonos por una recompensa mayor.

Carlos T. y Juan R.

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